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martes, 15 de marzo de 2016

ORACIÓN DE LA FAMILIA A LA SAGRADA FAMILIA

 
ORACIÓN DE LA FAMILIA A LA SAGRADA FAMILIA, para ser recitada por las familias cristianas, compuesta e indulgenciada por el Papa Pío XII el 30 diciembre 1957.

 
 
 
 
¡Oh Sagrada familia!, Trinidad de la tierra, Jesús, María y José, sublimes modelos y tutelares de las familias cristianas, a vosotros recurrimos no sólo para confortarnos con la suave contemplación de vuestros amables ejemplos, sino también para implorar vuestra protección y prometeros constante fidelidad en el camino que nos señaláis.
Vuestra paz, vuestra inalterable serenidad, rehacen nuestros abatidos espíritus entre las angustias de una vida cada vez más complicada y difícil, mostrándonos elocuentemente que sólo en un hogar adornado y enriquecido con las virtudes domésticas que vosotros enseñáis, podrán nuestros corazones hallar el reposo y la felicidad que tanto anhelan.
Pero ¿cómo podrá la tierna planta de la familia defenderse contra el ardor de las pasiones desenfrenadas, los movimientos insidiosos de la rebelión que casi por doquier se insinúan, el huracán de la vida moderna que se diría que quiere subvertirlo todo? No de otra manera, sino haciendo nosotros que sus raíces penetren profundamente en la tierra generosa de la piedad cristiana; implorando para ella el riego abundante de la divina gracia, especialmente por medio de la común participación en los santos sacramentos, animándola con un verdadero espíritu de fe que nos lleve a superar la concepción materialista de la vida; uniendo todas sus ramas con el estrecho vínculo del amor que, si no fuese también subrenatural, pasaría como pasan todas las cosas de esta tierra; consolidándola en su propio ser mediante el firme propósito de cumplir cada uno de nosotros nuestros deberes en todo aquello que nos impone el justo orden familiar; sosteniéndola en las asperezas de este destierro terreno, en el que a veces faltan también hogares honestos o se carece de lo necesario para una decorosa y suficiente subsistencia.
En el desorden de las ideas que a menudo turban los espíritus, nosotros proclamamos en alto la santidad, la unidad y la misión divina de la familia cristiana, célula de la sociedad y de la Iglesia, y cada uno en su puesto –padres e hijos–, con modestia, pero con firmeza, nos comprometemos a hacer cuanto esté en nuestra mano para que tan hermosos ideales sean en el mundo una realidad.
Ayúdanos tú, oh José, espejo de la más admirable paternidad en el cuidado asiduo que supiste prestar al Salvador y a la Virgen, siguiendo fielmente las divinas aspiraciones; acude en nuestro auxilio, oh María, la más amante, la más fiel y la más genuina esposa y madre; asístenos Tú, oh Jesús, que para servirnos en todo de excelso modelo quisiste hacerte el más sumiso de los hijos. Que vosotros tres estéis siempre junto a nosotros, en las horas alegres y tristes, en nuestros trabajos y en nuestro descanso, en nuestras ansias y en nuestras esperanzas, junto a los que nacen y junto a los que mueren.
Y alcanzadnos que todos los hogares, santificados a imitación del vuestro, sean para todos sus miembros escuela de virtudes, asilo de santidad, camino seguro hacia aquella eterna bienaventuranza que, por vuestra intercesión, confiadamente esperamos. Así sea.

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